martes, 26 de febrero de 2008

"¡Por qué no te callaz!"

Hace algunos meses atrás, en la clausura de la XVII Cumbre Iberoamericana, celebrada en nuestro país, fuimos testigos de una situación que ha dado pie para toda clase de bromas, videos en youtube, ringtones, etc., que fue el famoso "¡por qué no te callaz!" (uso la "Z" al final para recalcar el acento españolísimo) que el monarca de España- aún denominada "Madre Patria" por todos aquellos acomplejados edípicamente con respecto a la Patria-, Juan Carlos I, le dedicó al presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez. Esto se debió a que Hugo Chávez, en su intervención, acusó al ex primer ministro de España, José María Aznar (perteneciente al Partido Popular, algo así como la UDI de Chile, tanto por su postura política como por sus nexos con dictaduras) de fascista, a causa de algunos comentarios vertidos por este último, enrostrándoselo al "Puma" Zapatero (se llama José Luis Rodríguez Zapatero), el actual primer ministro. Más allá de si era el momento adecuado para que Chávez hiciera sus descargos, creo que la prepotente actitud del Rey- quién, posteriormente, mientras que el presidente de Nicaragua Daniel Ortega exponía y su exposición contenía expresiones e ideas "políticamente incorrectas", se retiró intespestivamente de la sala, tuviendo que nuestra presidenta Verónica Michelle Bachelet ir a "rogarle" que volviera- denota que, a pesar de los exactos 515 años que han pasado desde que Colón llegó a la isla de Guanahaní, la mentalidad "madrepatresca" nada ha cambiado.

Hace algunos días llegó a mis manos un hermoso texto llamado El Cautiverio Feliz, escrito en el siglo XVI por Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, un criollo colonial que, siendo tomado prisionero por los mapuches en la Guerra de Arauco, describe en el texto cómo este bárbaro pueblo respetaba lo que ahora llamaríamos "DDHH" de los prisioneros españoles, especialmente si eran mujeres y niños (aunque a veces ejecutaban a los soldados, hay que decirlo), al contrario de los vejámenes a los que sometían a los mapuches prisioneros de guerra los civilizados conquistadores españoles, sin importar género ni edad. Por supuesto este libro causó polémica en la época, siendo censurado, y este señor, que tenía encomiendas, perdió gran parte de sus beneficios y sus honores ganados en la guerra. Incluso murió en el Virreynato del Perú.

Podemos encontrar un paralelo. Sin duda que a Núñez le deben haber dicho algo muy parecido al "por qué no te callaz" cuando se entrevistó con las autoridades civiles y militares coloniales (en otras palabras, los agentes del rey en esta sureña Capitanía General) para interceder a favor del trato hacia los prisioneros mapuches. Vale decir que nada cambió. Ahora, un Monarca entronizado por un dictador que deja chico a nuestro querido "Tata" (QEPDDHH) se dió el lujo de demostrar su prepotencia e imperialismo mental ante dos gobernantes de países latinoamericanos- ex colonias de sus antecesores- que, independiente del acuerdo o desacuerdo que se tenga de sus tendencias políticas, llegaron al poder de forma democrática. Lo único que deseo es que el paralelismo llegue sólo hasta este punto. No vaya a ocurrirles lo mismo a nuestros gobernantes que a Núñez de Pineda y Bascuñán. No vaya ser que después no sólo sea el Rey el que nos haga callar, sino también las múltiples trasnacionales tanto españolas como de otros países, cuando por favorecer los intereses nacionales les afecten sus intereses particulares.

Ojalá algún día a todos estos "¡Por qué no te callaz" podríamos responderle tal como lo haría una banda sanmiguelina: "¡Por qué no se van, no se van del país!"

¡Y Olé!

P.S.: El Cautiverio Feliz no es un libro que se enseñe en los colegios de nuestro país. Si algún profesor de historia llegase a leer esto, sería bueno dárselos de lectura a sus alumnos. Hago un llamado solemne a no quedarse en Walterio Millar o Francisco Frías Valenzuela. Que la manoseadísima "Libertad de Enseñanza" sea un aporte en algo.

lunes, 25 de febrero de 2008

DE LAS COSAS QUE NOS MUESTRAN EN LA TELE, Episodio 1

El anterior post pretendía ser profundo, tarea difícil que rara vez se consigue y menos deliberadamente. El presente post pretende ser "políticamente incorrecto" tarea muy fácil de lograr deliberada o casualmente en esta postmoderna época.

Lo que pretendo con este post, y con los siguientes que tendrán el mismo título, es hacer un análisis pretendidamente crudo de muchas de aquellas cosas que nos muestran en la tele. En la presente publicación, me dedicaré a analizar una serie de televisión, clásico de los '70, y que aún logra cautivar a grandes y chicos, la cual es El Chavo del Ocho. Serie creada en 1971 (gracias Wikipedia), y protagonizada por el genial comediante Chespirito (no confundir con Roberto Bolaño, por favor), ha dejado en nuestras retinas entrañables personajes como el Chavo, Quico, la Chilindrina, Don Ramón, Doña Florinda, Doña Clotilde, El Profesor Jirafales, la Popis, el Señor Barriga, Ñoño, y otros personajes menores de aparición esporádicas como por ejemplo Godínez y Jaimito el Cartero, entre otros, y que nos hacen reir y entretenernos.

"Qué bonita vecindad" dice una canción que la entonan en un capítulo especial de navidad. Sin embargo, ¿Qué es la vecindad?. La Vecindad es algo conceptualmente similar a nuestros criollos cités o conventillos, con todos los problemas de hacinamiento, higiene, etc., que tienen, y que como bien sabemos, los habitaban (porque ahora quedan muy pocos) personas de escasos recursos (ahora, al menos los del Barrio Brasil, los habitan principalmente peruanos). Entonces, como primera conclusión, estamos ambientando un programa que pretende ser humorístico, sano y familiar, en un ambiente de escasez (en muchos capítulos se hace patente esto último, y además, recordemos que el Chavo es un niño huérfano que con suerte comía). Sería interesante saber qué dirían nuestros "new age" televidentes si hicieramos un programa humorístico ambientado en una toma.

Ahora, obviamente que de lo principal que nos reímos es de los personajes. Por lo tanto, analicémos a los principales:

- El Chavo: Es un niño huérfano de unos diez años. Nótese que, de partida, NADIE LO TRATA POR SU NOMBRE. Es como si acá tratásemos siempre a un niño de "Niño", o si se quiere más peyorativamente, "Cabro Chico", y sabemos que según el art. 3° de la Declaración de los Derechos del Niño El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad. El Chavo es uno más, un Chavo como tantos chavos. Eso, sin contar que es un personaje con cierto grado de lentitud mental (consecuencia probable de la desnutrición), y que, valga la redundancia, no tiene una alimentación adecuada, siendo además constantemente humillado e incluso golpeado por personajes como Kiko o Don Ramón. Créanme, muchos como el Chavo terminan en el Sename.

- Quico: Su verdadero nombre es Federico, pero su mamá, Doña Florinda, lo trata así de cariño. Quico es lo que llamaríamos coloquialmente un "Mamón"; además, es arribista y mirador en menos (basta ver la típica escena donde el Chavo está jugando con un juguete básico y viene Quico y le muestra un juguete más bonito, sacándoselo en cara y provocando la rabia, envidia y resentimiento del Chavo, lo que termina en una escena donde Quico suele llevar la peor parte). Además, por el comportamiento que en ocasiones presenta, se nota que tiene una ausencia de figura paterna, por lo que suele refugiarse en su mamá ante cualquier situación desfavorable.

- La Chilindrina: Curiosamente, creo que considerando el ambiente al que está sometida su personaje podría presentar peores problemas (véase especialmente "Don Ramón"). Sin duda alguna es una niña manipuladora, especialmente con el Chavo, aprovechándose de que es un poco más inteligente que él. Además, sabe sacar perfecto provecho de las situaciones desfavorables en las que se puede ver envuelta. Y además, es despechada (pues en las últimas temporadas se ve cómo siente una evidente atracción por el Chavo, y éste no la toma en cuenta).

- Don Ramón: Me parece que éste es uno de los más interesantes personajes, y además uno de los más populares. Sin embargo, lo que nadie parece censurar en él es que, de partida, se trata de un maltratador infantil. Conocidos son los coscorrones que le da al Chavo, los pelliscones a Quico y las amenazas de golpe a la Chilindrina. Actitud muy valiente, sin duda, sobre todo cuando tiene al frente, por ejemplo, a Doña Florinda o al Profesor Jirafales. Más encima no trabaja (salvo rarísimas ocasiones como barbero, reparador de muebles o zapatero), y constantemente es requerido por el Señor Barriga para que pague los 14 meses de renta que durante toda la década del '70 le debió. Hay varios Don Ramones en nuestras hospitalarias cárceles.

- Doña Florinda: La madre de Quico es una madre sobreprotectora y, en cierto modo, malcriadora, pues no es capaz de imponerle límites a su retoño, permitiéndole comportarse de manera prepotente sobre todo con personas que ella, dentro de su actitud arribista, son inferiores, "la chusma", como Don Ramón o el Chavo. Además, tiene a resolver sus problemas por medio de la violencia.

- Doña Clotilde: una señora solterona, un tanto amargada, y perdidamente enamorada de Don Ramón (quien, sensatamente, no la toma en cuenta). Conocida como "La Bruja del 71" por los niños (y por los vecinos también), no tiene una buena relación con los primeros, probablemente por la misma causa.

- Profesor Jirafales: Si lo miramos detenidamente, este docente, maestro, formador de las sutiles mentes del Chavo, Quico y la Chilindrina, incurre constantemente en una falta ética a su profesión, que es tener un amorío con una apoderada de un alumno suyo, con la consecuente falta de transparencia e imparcialidad necesarias a la hora de evaluar a su alumno. Lo bueno es que es un caballero con las damas.

En fin, de los otros personajes no tengo tantas cosas que decir, pero no es tan importante porque no son personajes recurrentes. Es, precisamente, de la explotación actoral de las características antes referidas (un talento innegable en gran parte del elenco) que nos reimos. Sin embargo, muchos de estos personajes en la vida real copan otros medios, como las páginas policiales de nuestros diarios, obras de caridad, campañas políticas en las que son considerados sólo como votos, etc, y ahí, al parecer, a casi nadie les resulta gracioso.

domingo, 24 de febrero de 2008

Ceguera

En esta mi primera publicación, que pretenderá ser lo más concisa posible, deseo hacerles notar una situación que me parece preocupante con respecto a la valorización que en el inconsciente colectivo de nuestro país, especialmente entre las personas de mi generación, aquella generación post-dictadura, hace de ciertas culturas, civilizaciones, o como quiera llamarlo, y cómo esta valorización resulta, finalmente, contradictoria con lo que en general se busca por medio de esta valorización.

En los últimos años, se ha dado la tendencia a la revalorización de culturas que durante años fueron silenciadas y sus descendientes discriminados, como lo son, por ejemplo, los Incas, a los que utilizaré de ejemplo, pudiendo encuadrarse mas o menos de la misma manera otras “altas” culturas, como los Aztecas o los Mayas. Mucho se dice sobre la devastación que los conquistadores españoles causaron en estos pueblos, de lo que no queda duda, perdiéndose de estos “bárbaros” como los llamaba el conquistador promedio, importantes aportes culturales que, de no haber sido destruidos, sin duda que habrían sido un esplendoroso aporte a la misma cultura occidental, especialmente en áreas como las artes plásticas, la astronomía, y por supuesto, la arquitectura, entre otras cosas.

Y es en este último punto en el que me quiero concentrar. Muchas personas han quedado maravilladas ante construcciones como Machu Pichu o Chichén Itzá, que innegablemente son imponentes y dan cuenta de las maravillas de pasados tiempos. De esta manera, al conectarnos con esas figuras evocamos el esplendor de esas civilizaciones, hasta que el bárbaro conquistador vino y se llevó todo, dejando miserias y desolación a su paso. Volviendo a los Incas, específicamente, la mayoría de aquellos que visitan Cuzco y Machu Pichu afirman sentir en las cumbres de la última locación un contacto con la Madre Naturaleza (o la Pachamama, como quieran llamarla), sentirse libres de esta bárbara civilización que nos esclaviza con sus diferentes vicios, etc.

Sin embargo, ¿se han preguntado cómo fue posible que estas magnas construcciones fuesen elaboradas, y que hoy tengamos la suerte de poder admirarlas e incluso poder declararlas maravillas de la Humanidad? Quiero evocar aquí un episodio histórico que nos enseñan en el colegio, que es cuando Atahualpa llena dos piezas con oro para pagar su rescate de las manos de Francisco Pizarro. Inconcientemente nos afloran dos pensamientos: “¡qué malo que eran los españoles!” y “¡qué riquezas las de ese Imperio!”

Ahora preguntémonos: “¿Cómo se pudo obtener esa riqueza?”. La respuesta es la misma que a la pregunta planteada en el párrafo anterior: mediante la dominación, la represión, la esclavitud. Parece irónico pensar que cruzamos fronteras para encontrar esa paz y esa libertad que la cultura en la que estamos inmersos no nos otorga, y llegamos a lugares que están allí gracias, precisamente, a la dominación de unos pocos y el sufrimiento de muchos. ¿Cuántos esclavos habrán construido Machu Pichu? ¿Cuántos azotes habrán sido inflingidos mientras se colocaban las piedras de Chichén Itzá? Eso sin mencionar los sacrificios rituales humanos que en estas culturas se llevaban a cabo “para agradar a los dioses”. Parafraseando a Cristo, son como un ataúd: pulcros por fuera (nadie niega su gran valor arquitectónico), pero podridos en su interior, podridos por el bacilo de la dominación, la esclavitud, y la infelicidad de muchos seres tan humanos como el que escribe y el que lee esto. No sé si aquellos sometidos a los grandes Señores de estos imperios considerarían “Maravillas del Mundo” el fruto de sus llagadas manos y ensangrentadas espaldas.

Cité a estas culturas y sus respectivas construcciones por ser más cercanas geográfica y culturalmente a nosotros. Pero lo mismo podemos decir de otras magnas construcciones como las Pirámides, el Coliseo, la Gran Muralla, y muchos otros. Hay que estar más atentos. No dejen que el esplendor material de pasadas épocas onubile sus sentidos de humanidad

Al parecer, mis queridos Los Jaivas, comprendieron mal el mensaje de nuestro Gran Poeta en “Sube a Nacer Conmigo Hermano”, cantándola en aquellas elevadas cumbres de Machu Pichu.